viernes, 15 de mayo de 2015

"AMOR ZEN." // De Jeff Foster.

El amor no es un sentimiento. Si el amor fuera un sentimiento, iría y vendría, como en un gran drama. El amor no es un pensamiento, si el amor fuera un pensamiento, tendría un opuesto. El amor es demasiado grande para ser contenido en un pensamiento. El amor no es una creencia. Si el amor fuera una creencia, dudarías de él. Y, ¿quién iba a creer eso?

El amor no es un estado. Si el amor fuera un estado, podrías entrar o salir de él. O perderlo. El amor no es una experiencia. Si el amor fuera una experiencia, éste comenzaría y terminaría, y anhelarías su regreso. El amor no es algo que pueda encontrarse. Si el amor tuviera que ser encontrado, lo podrías perder, también, tendrías que aferrarte a él con toda tu alma.

El amor es más simple, más bondadoso, menos dramático. Menos urgente, más presente. El amor es el espacio en donde todo aparece. Cada pensamiento, cada sensación, cada sentimiento, placentero y doloroso, feliz, aburrido, erótico, amable e intenso, es acogido en el inmenso abrazo del amor. Sí, TÚ eres el espacio para todo, espaciosamente íntimo con cada aliento, enamorado de cada latido del corazón, de cada sonido, cada aroma, cada sensación en el cuerpo, cada momento de vida. Si sientes que estás enamorado o si no sientes que estás enamorado, de cualquier forma, estás enamorado de la felicidad y el aburrimiento de la existencia, de la certeza y la duda, del placer y el dolor, del éxito y el fracaso, de la búsqueda y el descanso, de cada movimiento sagrado de este sorprendente mundo de sueño. 

Todo lo que puede obtenerse, puede perderse. Todo lo que puedes ganar, te lo pueden quitar. Todo lo que puedes construir, puede convertirse en polvo en un santiamén. Todo lo que puede ser creado, también puede ser destruido. Sólo el amor perdura. Sólo el amor. No un sentimiento, no un pensamiento, no una creencia, no un estado, no una experiencia, no algo que 'tienes', no algo en lo que estás 'dentro' o estás 'fuera', no en lo que 'obtienes' de los demás (independientemente de los mitos románticos que nos venden), sino el infinito abrazo de todo ello. El amor eres tú. Tú, antes de haber sido nombrada/o, antes incluso de haber nacido. Tú. Tú eres el UNO. El UNO que siempre habías estado buscando.

#AmorZen

viernes, 1 de mayo de 2015

"COMO LLENARTE SOLEDAD". // De Luis Cernuda.

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra, quieto en ángulo oscuro, buscaba en ti, encendida guirnalda, mis auroras futuras y furtivos nocturnos, y en ti los vislumbraba, naturales y exactos, también libres y fieles, a semejanza mía, a semejanza tuya, eterna soledad. 

Me perdí luego por la tierra injusta como quien busca amigos o ignorados amantes; diverso con el mundo, fui luz serena y anhelo desbocado, y en la lluvia sombría o en el sol evidente quería una verdad que a ti te traicionase, olvidando en mi afán cómo las alas fugitivas su propia nube crean. 

Y al velarse a mis ojos con nubes sobre nubes de otoño desbordado la luz de aquellos días en ti misma entrevistos, te negué por bien poco; por menudos amores ni ciertos ni fingidos, por quietas amistades de sillón y de gesto, por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma, por los viejos placeres prohibidos como los permitidos nauseabundos, útiles solamente para el elegante salón susurrado, en bocas de mentira y palabras de hielo. 

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona que yo fui, que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones; por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos, limpios de otro deseo, el sol, mi dios, la noche rumorosa, la lluvia, intimidad de siempre, el bosque y su alentar pagano, el mar, el mar como su nombre hermoso; y sobre todo ellos, cuerpo oscuro y esbelto, te encuentro a ti, tú, soledad tan mía, y tú me das fuerza y debilidad como el ave cansada los brazos de la piedra. 

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje, oigo sus oscuras imprecaciones, contemplo sus blancas caricias; y erguido desde cuna vigilante soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres, por quienes vivo, aún cuando no los vea; y así, lejos de ellos, ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres, roncas y violentas como el mar, mi morada, puras ante la espera de una revolución ardiente o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista. 

Tú, verdad solitaria, transparente pasión, mi soledad de siempre, eres inmenso abrazo; el sol, el mar, la oscuridad, la estepa, el hombre y su deseo, la airada muchedumbre, ¿qué son sino tú misma? 

Por ti, mi soledad, los busqué un día; en ti, mi soledad, los amo ahora.